Este termino, tiene ya tiempo rondado cerca de mi ejercicio profesional, ya sea como una recomendación, recibida o realizada, un recordatorio, pero hasta hoy fue que lo escuche con la claridad suficiente para reflexionar sobre el.
A parte de la definición previa, considero que es mantener la correcta distancia es un arte, de obligatorio aprendizaje si queremos ser valorados por el resto de las virtudes que poseemos. De lo contrario permitir que el modo en que damos mas confianza de la debida a las personas, puede jugarnos en contra disminuyendo la importancia de los resultados positivos.
Ejemplo de ello, lo vemos cuando tenemos personas talentosas en lo que hacen, pero pecan de accesibles, entonces no se ve el talento, en cambio solo puede verse la vulnerabilidad, imaginen un banco al que todos pueden entrar a cualquier lugar. ¿Le confiarías la custodia de tus ahorro?, lo más probable que no, aunque, tenga un alto rendimiento.
Pero Guardar Distancia no solo aplica para el trato con las personas. También ocurre para las ideas, y situaciones, es como aquella teoría del regalo no aceptado, que trata sobre la responsabilidad propia de permitir que lo externo nos cambie de manera perjudicial, recordando que somos nosotros mismo quienes aceptamos el contagiarnos que conductas y emociones toxicas, que lejos de ayudarme a superar los momentos difíciles e incómodos, nos hunden más.
Fue allí, donde el termino caló para que le prestara atención. Tristemente, no fue desde la posición del instructor, en cambio, fue aleccionado de una manera peculiar.
Mientras conversaba o mejor dicho mientras exponía en un amplio monologo sobre el "exceso" de distancia que se nos exige mantener, creyendo que mi atenta oyente simpatizaba con mis ideas, hasta que le llego el momento de intervenir, con un "He aprendido a guardar distancia...", no conforme con ello, refuto todos mis argumentos y defendió una postura por completo contraria. Como se podrán imaginar entre la sorpresa y el enojo, continué reforzando todo lo malo que podía ver, hasta que volví a ser el único en hablar, supuse había ganado.
Para nada, mi sabia compañera, simplemente marco distancia de una conversación cargada de malestar, negándose a recibir el regalo de mal gusto que se le ofrecía,guardando silencio, esperando a que me agotará y redirigir el tema hacia otro mas fresco.
No es tarea sencilla, ni natural, es por ello que debemos aprender a guardar distancia, de esos agentes contaminantes, que atentan contra nuestra paz, y debemos buscar los mecanismos para que cuando estemos expuestos a ellos poder salir bien librados.
Si algo vamos a contagiar, que sea la dicha, la paz y el amor de Dios.
Que Dios te bendiga.
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